Si tu meta es deshacerte de la grasa, evita
deshidratarte. Tu primera opción es y debe ser siempre el agua, pero igual
puedes recurrir a bebidas bajas en calorías o sin calorías. El que no te falten
líquidos te puede ayudar de muchas maneras. Tomar un par de vasos de agua antes
de comer reduce notablemente el hambre.
Si, te mandará más veces al baño, pero eso es algo
bueno. Con forme la grasa almacenada se moviliza, el cuerpo genera toxinas, las
cuales tienden a acumularse en el cuerpo. Si eso ocurre, las toxinas generan
mal aliento, fatiga e irritabilidad. Pero mientras más agua tomes, más se
diluyen esas toxinas y abandonan el cuerpo con mayor rapidez.
Si quieres
mejorar esa acción depurativa, disuelve en el agua un poco de clorofila. La
clorofila purifica y actúa como un desodorante interno.
Por último toma en cuenta que la sed es uno de tus
peores enemigos cuando estas adelgazando. Con frecuencia la sensación de sed se
confunde con el hambre y para saciarla muchas veces se consumen alimentos en
lugar de líquidos.
A veces el subconsciente busca el agua que ofrecen algunos
alimentos caldosos o jugosos. Pero si satisfacernos así la sed, junto con el
gua recibiremos una buena cantidad de calorías en forma de azúcares, grasas o
harinas. En cambio, si permanecemos bien hidratados no habrá oportunidad de
confundir sed con hambre.
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