Los expertos te explican por
qué no debes tenerle temor a la fruta
Las frutas – dulces,
jugosas, y deliciosas – son parte fundamental de una dieta balanceada y
saludable. Pero debido al azúcar que contienen, muchos las han suprimido de la
dieta por miedo a engordar. ¿Compartes este temor? La opinión de los expertos
te hará cambiar de idea.
Es cierto que el exceso de
azúcar en la dieta puede volverse muy amargo, como ya te hemos advertido,
porque es una de las razones detrás de la epidemia de sobrepeso y de obesidad a
nivel global, con todos los riesgos que conllevan para la salud. Pero una cosa
es que controles ese exceso reduciendo y eliminando las sodas, los postres
elaborados y los alimentos procesados — lo que está muy bien — y otra que lo
hagas eliminando las frutas de tu dieta.
La Asociación Americana del
Corazón, por ejemplo, recomienda que se consuman de cuatro a cinco porciones de
frutas y vegetales al día, coincidiendo con
la Organización Mundial de la Salud, mientras que el Departamento de
Agricultura de los Estados Unidos (USDA) aconseja llenar con verduras y frutas
la mitad de nuestro plato. No es una
casualidad que las frutas se hayan ganado esa buena reputación, pues contienen
nutrientes, vitaminas y antioxidantes importantes. También son ricas en azúcar,
pero no debes tenerle miedo al azúcar que contienen las frutas frescas.
En una edición reciente de
la publicación The Journal of the American Medical Asociation, el doctor David
Ludwig, director del New Balance Foundation Obesity Prevention Center, del
Hospital Infantil de Boston, explica la razón. El azúcar que proviene de la
fruta (fresca) no se ha relacionado con ningún efecto negativo para la salud,
no importa cuánta se consuma. De hecho, existen estudios de observación que
demuestran que un mayor consumo de fruta se asocia con una reducción del peso
corporal y un menor riesgo de enfermedades asociadas con la obesidad.
¿Y cómo es posible esto?, te
preguntarás. La fruta fresca entera, explica el Dr. Ludwig, contiene
fibra. Esta nos hace sentir satisfechos
y nos ofrece otros beneficios a nivel metabólico (el proceso de los
alimentos). Cuando te comes una manzana,
o una banana (plátano), por ejemplo, la
fibra de la masa hace más lenta la absorción de la fructuosa o fructosa (el
tipo de azúcar principal en la mayoría de las frutas). El “secreto” de la fibra ocurre en realidad
al nivel de las células, al mantener “encerrada” al azúcar dentro de la pared
celular. El sistema digestivo necesita
tiempo para romper la barrera celular y por lo tanto, la fructuosa llega más
lentamente al torrente sanguíneo, lo que a su vez le da más tiempo al hígado
para metabolizarla (o procesarla).
Más que la cantidad de
azúcar, es la lentitud del proceso la que evita las subidas bruscas de glucosa
en la sangre y el Dr. Ludwig lo explica en el ejemplo siguiente: supongamos que
la cantidad de azúcar que contienen 4 manzanas sea la misma que la que
contienen 24 onzas de soda, pero la absorción más lenta de la primera evita la elevación
súbita de los niveles de glucosa en la sangre.
Cuando las subidas drásticas se repiten a menudo obligan al páncreas a
trabajar más y a segregar más insulina, lo que contribuye a la resistencia a la
hormona y al desarrollo de la diabetes tipo 2.
Comer frutas frescas también
evita comer en exceso. A diferencia de los alimentos procesados que por lo
general se digieren en la primera porción del intestino delgado, la fibra de
las frutas se descompone (se digiere) más lentamente y por lo tanto “viaja”
durante mucho más tiempo – y a mayor profundidad- en el tracto digestivo.
¿Consecuencia? Se estimula la producción de las hormonas de la saciedad que
tienden a acumularse en las áreas más profundas del intestino delgado.
Otro experto en nutrición,
el doctor Robert Lustig, profesor de pediatría en la Universidad de California
en San Francisco, corrobora que la mejor razón para comer frutas es la fibra. En primer lugar promueve la sensación de saciedad o llenura,
en segundo, facilita la absorción lenta del azúcar, y agrega un tercer
beneficio: cambia la “flora intestinal” al ayudar a que proliferen en el tubo
digestivo diferentes tipos de bacterias que son beneficiosas al organismo.
Una tercera autoridad en
nutrición, el Dr. David L. Katz, director del Yale University Prevention
Research Center recomienda la
variedad. Como los colores de las frutas
por lo general indican el tipo de nutrientes y antioxidantes que contienen, la
mejor garantía es buscar un “arcoíris” para ingerir un poco de todo: mezcla el
rojo de las frutillas (fresas) o guindas, el morado de las uvas o los
arándanos, el amarillo de la piña (ananás), o del melocotón (durazno).
Hay otro punto en el que
ambos coindicen y es el seleccionar la fruta fresca o entera al jugo. Aunque puedas preparar tus propios jugos
(zumos), o comprarlos sin aditivos ni azúcar adicional, cuando la fruta se
convierte en líquido, se pierde en gran medida el beneficio metabólico de la
fibra, ya que ésta se reduce o se elimina (esto último sucede en la mayoría de
los jugos comerciales, que filtran la fibra y la eliminan casi o por
completo). Si prefieres el jugo, en
lugar de exprimir la fruta, lo mejor es echarla entera o en trozos en la
licuadora para retener la mayor cantidad de fibra, vitaminas y minerales.
Además, cuando comes la
fruta y la vas masticando poco a poco, das más tiempo a que surja la sensación
de saciedad (llenura) y la fructuosa se va absorbiendo en la sangre más
lentamente. Tragar el jugo o zumo es un
proceso mucho más rápido: además de favorecer el consumo de más calorías en
unos cuantos sorbos, la fructuosa llega a la sangre mucho más rápidamente
provocando una subida de azúcar más rápida.
La fruta seca, por otro
lado, concentra calorías y azúcar en
bocados pequeños, lo que puede conducir a ingerir más calorías de la cuenta.
Sin embargo, según el doctor Katz, las frutas secas son mejor que el jugo,
porque preservan la estructura celular de la fruta con los beneficios que ya
explicamos previamente. Y como la fruta seca se puede transportar fácilmente
(la puedes llevar como bocadillo o merienda al trabajo, a la escuela o al
gimnasio sin que se eche a perder), para
muchas personas es una buena opción por su disponibilidad. Eso sí, cuidado con las porciones: un puñado
basta, pero más cantidad, ¡cuidado!
Incluso las personas
diabéticas pueden incluir sin temor las frutas en su dieta, siempre y cuando
tengan cuidado con las porciones, procurando que éstas no superen los 15 gramos de
carbohidratos en una comida (15 gramos equivalen a media banana o media taza de mango picado,
por ejemplo o a 1 ½ taza de sandía.) Recuerda que, como para muchas otras cosas
en la vida, la moderación es importante.
Con esta información, con
seguridad verás a las frutas de una forma diferente. No son un obstáculo para mantener un buen
peso o controlar tu consumo de azúcar.
Al contrario, pueden ser tus mejores aliadas para lograr esa meta. La
próxima vez que vayas al supermercado, selecciona una variedad de frutas de la
estación para disfrutarlas en casa, idealmente sin licuar, con el
convencimiento de que el azúcar que contienen es la que más le conviene a tu
cuerpo.
https://artificial-imagination.com/descubri-como-ahorrar-5000-en-un-ano-asi-es-como/
ResponderEliminarUna de las decisiones más importantes que tomé fue la de alquilar un apartamento a poca distancia del trabajo.