lunes, 6 de mayo de 2013

9 CONSEJOS PARA MADRES PRIMERIZAS


  1. Sigue tus instintos y confía en tu cuerpo, ambos son extremadamente sabios. No escuches consejos ni trates de complacer a todo el mundo. Vive y disfruta intensamente tu maternidad.
  2. La lactancia materna es mucho más que un alimento. Se da a demanda, es decir; cada vez que mamá y bebé lo deseen, por el motivo que fuera e independientemente de cuánto tiempo haya pasado desde la última toma, tanto de día como de noche. Así nos aseguramos de tener suficiente leche. La lactancia materna *no* duele, si sientes dolor contacta con un grupo de apoyo.
  3. El hábitat de un bebé y/o niño pequeño es el regazo de su madre. Es su lugar, tenerlo en brazos satisface su necesidad de afecto, contacto y le hace sentir seguro y confiado, no le malcría, le “biencría”.
  4. Los despertares nocturnos son normales y distintos en cada niño. Dormir con tu bebé no sólo es sano y recomendable, sino que ayuda a recuperar las horas de separación diurna, mejora la lactancia y ayuda a que la madre y el bebé no se despierten completamente. Precauciones: No fumar, no estar bajo el efecto de drogas estupefacientes ni alcohol, no padecer de obesidad mórbida, evitar edredones pesados.
  5. Busca una tribu, un grupo de apoyo a la lactancia, de crianza o de juego. Ayuda mucho compartir con otras madres que viven momentos similares.
  6. Para moverte cómodamente tanto en casa como fuera,  y para poder hacer uso de ambas manos, a la vez que fortaleces el vínculo, satisfaces la necesidad de contacto de tu hijo y le enseñas el mundo desde tu altura, utiliza un portabebés ergonómico. El bebé debe ir sentado, no colgado, con su cara siempre hacia tu cuerpo, tanto delante como en tu espalda.
  7. Un niño sano sabe mejor que nadie lo que su cuerpo necesita, mejor que cualquier experto o libro sobre el tema. Ofrécele alimentos sanos, sin obligar, forzar, chantajear, distraerle ni presionarlo. Permítele experimentar el placer de tocar, oler, aplastar y saborear los alimentos.
  8. Tu hijo no llora para manipularte, sino para comunicarte algo, ya sea hambre, sueño, cansancio, incomodidad, o simplemente porque desea estar en tus brazos (ver punto 2). El llanto prolongado no consolado, además de dejar secuelas psicológicas y neurológicas, da a entender a tu hijo que no atenderás su llamado. Sé respetuosa

    y empática. Imagina que fueras tú el que llora, ¿qué trato te gustaría recibir de alguien que te ama?
  9. Juega, ríe, salta, baila, canta, toma muchas fotos, llora y sobre todo: crece y disfruta con tu hijo. Suena a cliché, pero cada etapa es muy especial y pasa de prisa. Lo mismo para los momentos duros: son etapas y pasan también.                           

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